La Responsabilidad Social y la Economía Colaborativa 

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Quién iba a pensar que una conexión a internet iba a cambiar el mundo. Parece una declaración drástica, pero para que esté ocurriendo este cambio, se han conjuntado una serie de factores: no solo se trata de la conexión, sino también del contexto y de la forma en la que los consumidores hemos cambiado a partir de ella.

Las tecnologías de la información han democratizado de alguna manera el poder de crear nuevas oportunidades, tanto para nosotros y la gente cercana, como para alcances y latitudes que anteriormente era difícil imaginar.

No tiene que tratarse exclusivamente de un tema filantrópico: planteando una estrategia bien definida, puede convertirse en un modelo de negocio enfocado en un ganarganar, atractivo para nuevos segmentos de mercado y con potencial de crecimiento sustentable por medio de la adopción de nuevas tecnologías y el entendimiento constante de los cambios en los consumidores.

Hoy existen plataformas que nos permiten buscar un lugar dónde alojarnos y que vaya de acuerdo a nuestras necesidades, pero también a nuestra personalidad y preferencias. Cualquier persona que quiera compartir un espacio de su hogar o incluso ofrecerlo completo, puede tener acceso a Airbnb y automáticamente estar al alcance del smartphone de cualquier otra persona del mundo.

Este tipo de dinámica ha movido la economía y está en total relación con la tecnología. Lo cierto es que también esta dinámica ha sido resultado de continuos cambios en el mundo derivados varios de ellos de crisis económicas. Con sus debidos matices, se trata de regresar a los orígenes, donde los intercambios funcionaban como moneda, solo que ahora hay más elementos que entran en juego.

Una de las grandes tendencias globales que varios estudios dictaron para este año que está por concluir, es la de consumidores mejor informados, consumidores que se preguntan por el origen de las cosas que compran o utilizan cotidianamente, por supuesto que este es un factor que también se da en las economías colaborativas, los roles comienzan a cambiar y hoy los productores o pequeñas empresas que muestran interés genuino y bien dirigido en temas ambientales, sociales y de comercio justo, se convierten en competidores directos de grandes corporaciones, lo nunca antes pensado.

Pero no solo son competidores directos, también hay segmentos o nichos de mercado en los que se están apoderando de las preferencias de consumo. ¿Por qué ocurre esto? Porque ante los ojos de consumidores que comienzan a cambiar sus comportamientos, las grandes corporaciones no están cumpliendo lo que éstos esperan (comercio justo, alimentos orgánicos, disminución de impactos ambientales negativos, cadenas de valor, etc.).

Es por ello que las economías colaborativas comienzan a ser una oportunidad para las pequeñas y medianas empresasCada una de ellas deberá preguntarse si su modelo de negocio y objetivos pueden adaptarse a algún tipo de dinámica de las economías colaborativas, pero las puertas están abiertas, aunque la cantidad de consumidores aún no es comparable con las grandes masas, lo interesante es delimitar a esos pequeños grupos de consumidores que preferirían un intercambio comercial de este tipo, o que están dispuestos a hacer uso de la tecnología para buscar, conocer, seleccionar y comprar productos o servicios.

Una persona con un auto que quiere generar ingresos puede conectarse por medio de tecnología con una persona con necesidad de transportarse de manera rápida y segura pero sin tener que conducir. Bajo esa simple premisa, Uber se ha convertido en una de las compañías de transporte más importantes del mundo, sin ser dueña de un solo vehículo. Solo aporta la plataforma para que las personas se conecten.

Cuando estos esfuerzos son encaminados hacia el bien común, surgen iniciativas como “todos x todos” aplicación impulsada por jóvenes argentinos que ponen al servicio de cualquier persona una plataforma tecnológica en donde “los que tienen se encuentran con los que necesitan”. Es decir, las personas que necesitan algo pueden publicarlo y encontrarán personas que estén en posibilidades de donar o bien, entregar cosas que ya no utilizan y se encuentran en buen estado a quienes las necesitan.

Las posibilidades hoy son infinitas, y con la tecnología lo son aún más. No tiene que tratarse exclusivamente de un tema filantrópico: planteando una estrategia bien definida, puede convertirse en un modelo de negocio enfocado en un ganar – ganar, atractivo para nuevos segmentos de mercado y con potencial de crecimiento sustentable por medio de la adopción de nuevas tecnologías y el entendimiento constante de los cambios en los consumidores.

 

Carmen C. Carranza Pineda

Académica de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México

 

 

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