Economía compartida y consumo colaborativo

 

Días de reflexión y debate a propósito de un fenómeno nuevo, que crece aceleradamente y que propone uno de los cambios estructurales más interesantes sobre las causas, las formas y las consecuencias del hecho económico básico: el intercambio. 

El intercambio es el átomo de la economía para que a partir de los mercados se genera y distribuye el valor. Intercambios monetarios clásicos: bienes y servicios por dinero, trabajo por salarios o capital por rendimiento. Hasta aquí, nada nuevo bajo el sol. Pero, he aquí, que las cosas están cambiando. 

 

Primero: fundamentos.

La consolidación de Internet 2.0 y de las redes sociales permiten a la gente producir e intercambiar todo tipo de información y contenidos digitales. Y, aún más, se crean plataformas de igual a igual (peer-to-peer, P2P), donde la gente intercambia todo tipo de cosas. De repente, el ciudadano-consumidor se transforma también en ciudadano-productor; y las empresas se convierten en plataformas y redes de intercambio digital donde la producción del auto-gestionan sus propios usuarios.

Además, se consolidan nuevos fundamentos éticos, sociales y ambientales. La crisis económica, la creciente preocupación por una economía más sostenible, ética y ambiental, y la imposibilidad de una parte importante de la población, especialmente la joven, de conseguir estabilidad laboral e ingresos sostenidos, impulsan las nuevas formas de consumo, producción y trabajo. 

Especialmente interesante es la transformación de la identidad y las motivaciones de los consumidores. Estamos en transición desde unos intercambios propietarios hacia unos intercambios no propietarios. De la propiedad de bienes y servicios de toda la vida, evolucionamos hacia unos intercambios de usos temporales sobre bienes y servicios.

Intercambios nuevos: del alquiler habitual al alquiler temporal de un piso o habitación, del coche propio en el coche compartido, del conocimiento protegido al conocimiento en abierto, los mercados de segunda mano a los intercambios digitales de segunda mano o de re-utilización, la financiación privada a la financiación múltiple, y un largo etcétera. Una recomendación: hablen de ello con sus hijos o nietos. 

 

Segundo: definición.

La colaboración y la compartición no son fenómenos nuevos. Todo lo contrario, están entrelazados en la naturaleza humana. Ahora bien, las formas actuales de colaboración y compartición tienen algo nuevo que altera la naturaleza tradicional del intercambio.

Por compartición entendemos la coordinación en la adquisición y la distribución de un bien o servicio. Cuando un grupo queda para hacer una cerveza y todo el mundo se paga la suya no se está compartiendo, está haciendo consumo colectivo no colaborativo. Cuando un grupo queda y se pone de acuerdo en cómo adquirirán y se distribuirán la cerveza, por ejemplo pagando una ronda cada uno o bebiendo una jarra en común, están haciendo consumo compartido.

Sobre esta tendencia tradicional, se añade la posibilidad que da hoy la tecnología de compartir información, conocimiento y usos de casi cualquier bien o servicio. 

La economía compartida y el consumo colaborativo sientan sobre modelos de acceso temporal y sobre intercambios de usos no propietarios de bienes y servicios, siempre a través de la utilización de plataformas o redes tecnológicas. 

 

Tercero: datos. 

En 2015, en EEUU había operativas más de 350 empresas / plataformas de economía compartida o consumo colaborativo. En Europa existen más de 250. Se comparten todo tipo de usos sobre bienes y servicios. Algunas de las más utilizadas son: eBay, Wallapop, Etsy, Amazon (bienes materiales); Uber, Zipcar, Bla Bla Car, Freecycle (transporte); Airbnb, Munchery (alojamiento y restauración); YouTube, Flickr, Instagram, BitTorrent (contenidos digitales: música, fotos, vídeos); Wikipedia, Coursera, Udacity, Craiglist (conocimiento e información), Upwork (trabajo); Zopa, Bitcoin (financiación y monedas sociales).

Más de la mitad de la población de EEUU y un 20% de los europeos ya usaron alguna de estas plataformas en 2015, y su crecimiento es acelerado, casi se duplica año a año. 

 

Cuarto: consecuencias.

El estruendo que han generado estas nuevas formas de intercambio ha sido bíblico. Algunas preguntas abiertas. El intercambio de usos no propietarios, y especialmente los no monetarios, ¿qué tipo de actividad económica es? ¿La grabamos? Y, si lo hacemos, ¿cómo? ¿La regulamos? Y, si lo hacemos, ¿cómo? ¿Qué hacemos cuando sustituye sectores de actividad tradicionales? Favorecemos su potencial emprendedor y de creación de empleo? Como aprovechamos su enorme potencial de eficiencia económica y ambiental? Y, si lo hacemos, ¿cómo balancean entre el excedente del productor y del consumidor? La Gobierno de la Generalitat de Catalunya ya está en marcha.

Pero, ojo. Nuevos intercambios, nuevas políticas públicas. Un nuevo país y un país nuevo a la vez? Aprovechémoslo. Continuará … 

 

Dr. Joan Torrent-Sellens (jtorrent@uoc.edu) Profesor de la UOC.

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