Importancia de la medición en los proyectos sociales 

Sin un sistema de medición en el que se visualice el avance logrado de las condiciones que se quieren cambiar, difícilmente se llegará a conocer el impacto.

 
Bien dicen que lo que no se mide, es como si no existiera. Y tal es el caso de los proyectos sociales que, a pesar de trabajar con temas difíciles de ponderar, no son imposibles de medir.

 
Estando en una comunidad del Estado de Puebla, donde existe una alta tasa de migración de jóvenes y adultos (hombres en su mayoría) por falta de oportunidades laborales, una mujer que estaba coordinando un proyecto cultural y con enfoque de derechos humanos, afirmaba que era imposible medir los cambios logrados; pero que estaba disminuyendo la migración a través de actividades lúdicas y en las que, sobre todo los adolescentes, se sintieran generadores de nuevas oportunidades para evitar huir de su comunidad.

 
Pensando en esa situación y en que, efectivamente es difícil poner una cifra o crear un estándar para MEDIR un componente muy SUBJETIVO e INDIVIDUAL, surgió ante mí la duda, ¿y cómo saben que están funcionando las actividades? ¿Cómo saben que el recurso económico, las horas de trabajo y el esfuerzo está dando el resultado esperado? ¿Cómo saber si el proyecto ya logró su objetivo y se puede replicar en otras comunidades? La coordinadora se quedó callada y pensativa. Tiempo después, me llegó la noticia de que ese proyecto había ganado un reconocimiento al ser documentado como caso de éxito, por los cambios que estaba logrando en los jóvenes.

 
Pensar en medición, nos lleva a pensar en métricas, números, y cuantificar. En el mundo financiero, de las empresas o negocios, incluso en los temas ambientales; la medición es la base para conocer los resultados logrados. No así en el mundo de los proyectos sociales.

 
Por lo menos, en México el tema de la “medición social” está relacionado con la transformación que ha tenido el esquema de la “ayuda”, el cual comenzó como algo filantrópico, pero cada vez se ha profesionalizado y adopta la forma de esquemas de rentabilidad social.

 
Los financiadores de proyectos sociales, quieren saber en qué se está invirtiendo el recurso económico otorgado, qué cambios sociales se están logrando y quiénes son las personas directamente beneficiadas. De tal manera, las organizaciones receptoras de la ayuda, tienen que presentar reportes e informes anuales en los que den a conocer esos datos.

 
De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la medición social tiene por objeto determinar si los programas sociales están produciendo los efectos deseados en las personas, hogares o instituciones, y si esos efectos son atribuibles a la intervención del programa.

 
Una medición permite examinar las consecuencias causadas en los beneficiarios, ya sean positivas o negativas. Es decir, que más allá de generar una cuantificación de condiciones sociales, la medición sirve como guía para saber hasta dónde se ha avanzado en el objetivo, si se ha cumplido o no, y finalmente, qué más se puede hacer para seguir mejorando.

 
En el ejemplo mencionado al principio, está claramente reflejado que un proyecto social puede tener mucho éxito sin necesidad de medirse, pero si no se mide, los datos duros sobre los cambios generados se quedan en el conocimiento y memoria de la persona que coordina el proyecto; lo cual vuelve más difícil replicar la experiencia.

 
La mejor sugerencia para dar continuidad a los programas, es institucionalizar y documentar los cambios que se están generando, y en este caso recurrir a la medición.

 
Deben existir herramientas y metodologías, aceptadas por todos, que permitan coinvertir y proporcionar una confianza y estabilidad al mercado de las inversiones socialmente responsables y las inversiones de impacto.

 
Actualmente existen herramientas metodológicas, que ayudan a generar un sistema de medición social. Una de las más conocidas es el “Marco Lógico”, empleado por la Cooperación Internacional. También está el “Social Return On Investmen” (SROI), cada vez más usado por las empresas y el “Social Acounting Auditory”.

 
Daniela García Hernández

Académica de la Facultad de Responsabilidad Social de la Universidad Anáhuac México. Contacto: danielag.hernandez@gmail.com

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