¿Llegó el fin del PIN y la contraseña?

Todos hemos tenido problemas en el pasado para recordar contraseñas complicadas cuando intentamos acceder a una cuenta bancaria en línea o cuando hemos olvidado un número de PIN al hacer un pago. Hemos llegado a aceptarlo como una incomodidad necesaria que nos ayuda a mantenernos a salvo, pero ¿la vida no sería mucho más fácil si no tuviéramos que usarlos?

Con los grandes avances que se están haciendo en las tecnologías biométricas, el final del PIN y la contraseña pronto podría ser una realidad. Si bien la autenticación de huellas dactilares se ha convertido en la norma para acceder a nuestro teléfono, pronto también podría ser la forma en que pagamos por las cosas.

En unos pocos años, es probable que los datos biométricos hagan que los números de PIN, como forma de autenticación de pagos con tarjeta, se vuelvan obsoletos, lo que hará que la experiencia del cliente sea mucho más conveniente y amigable con el usuario.

La adopción de las tarjetas sin contacto en todo el mundo es una gran demostración de la demanda de conveniencia por parte de los consumidores. Pero, por el momento, los pagos sin contacto están restringidos a un cierto nivel de transacción: en el Reino Unido solo se pueden usar cuando se gastan hasta £30. Si desea pagar algo un poco más caro, aún necesita usar su PIN. ¿Pero qué pasaría si hubiera una tarjeta con la que pudiera pagar transacciones de cualquier valor, sin tener que usar un PIN?

Autenticación vs. Identificación

El desarrollo de las tarjetas EMV con autenticación integrada de huella dactilar es la clave de esto. Promete no solo conveniencia, sino también niveles extremadamente altos de seguridad. La biometría que se utiliza en el desarrollo de tarjetas bancarias es un resultado directo de la adopción general de la biometría en los teléfonos inteligentes; nos hemos acostumbrado a utilizar nuestra huella dactilar como medio de identificación. Eso significa que queda solo un pequeño salto para comenzar a usarlas para la autenticación también.

Esta nueva generación de tarjetas de pago trae consigo un nuevo tipo de autenticación: el factor de autenticación “Lo que soy”. Por ejemplo, cuando se utiliza una tarjeta bancaria EMV, el uso del código PIN autentica, pero no identifica, al titular de la tarjeta, ya que el PIN de cuatro dígitos también pudo haber sido compartido por el usuario genuino con otras personas. Por el contrario, “Lo que soy” utiliza factores como la biometría para determinar la verdadera identidad del usuario. Eso proporciona una mayor seguridad, ya que no hay una manera fácil de compartir las características biométricas con otra persona; son únicas del individuo.

Los desafíos potenciales

Si bien existen numerosas ventajas de que las tarjetas EMV estén equipadas con sensores biométricos, desde la seguridad adicional hasta la experiencia del consumidor, el desarrollo no está exento de desafíos. Es imperativo que los consumidores tengan la misma experiencia, sino una mejor, que cuando usan una tarjeta sin contacto, y deben ser tan duraderas como una tarjeta bancaria normal.

Eso significa que una tarjeta biométrica debe tener una vida útil de tres a cinco años, y debe continuar funcionando durante ese período. De lo contrario, el consumidor tendría que solicitar constantemente nuevas tarjetas, lo que sería una molestia adicional.

La privacidad y la seguridad también deben ser absolutamente impermeables, ya que cualquier filtración sería crítica en términos de adopción general. Será imprescindible que todos los datos de los clientes estén almacenados de forma segura, y que los bancos estén pensando en cómo obtener, registrar y almacenar información sobre huellas dactilares. Sin embargo, mientras existan los procedimientos de seguridad correctos, esperamos que las tarjetas biométricas despeguen en el Reino Unido; son el siguiente paso lógico en los pagos y en la tecnología bancaria.

Mirando hacia el futuro

La combinación de la biometría y la tecnología sin contacto podría brindar la mejor experiencia de pago a las tiendas, tanto para los consumidores como para los retailers. La biometría para la tarjeta EMV va más allá de la conveniencia, tal como lo hace para los dispositivos móviles. Brinda el toque final que se necesita para migrar toda la experiencia de la tarjeta a la tecnología sin contacto, independientemente del monto del pago.

Es probable que veamos pruebas piloto de tarjetas autenticadas biométricamente en 2018, su despliegue en 2019 y, a partir de entonces, tarjetas que adoptarán la biometría en grandes volúmenes. Ahora pueden ser algo natural para nosotros, pero en algunos años los códigos PIN parecerán increíblemente obsoletos. La biometría es el siguiente paso natural, y el uso de una huella dactilar es el método más sencillo y fluido para el consumidor.

La autenticación de huellas dactilares en los pagos es solo el comienzo. Es el primer paso hacia una verdadera experiencia de interfaz nula, en la que nuestra huella dactilar, nuestra voz, nuestro rostro e, incluso, nuestro comportamiento contribuyen a una matriz de autenticación biométrica que permite una experiencia completamente segura y sin fisuras. Y no solo en los pagos, sino en otras áreas de nuestra vida, desde el acceso a las cuentas bancarias hasta la conducción de los automóviles. Cuando lleguemos a ese punto, miraremos atrás hacia los días de los códigos PIN y las contraseñas, y nos preguntaremos cómo hacíamos para recordarlos.

Por: Xavier Larduinat, Gerente de Innovación de Banca y Pagos de Gemalto.

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