Microempresarias, la autonomía financiera y la formación son cruciales para su crecimiento

Según el Global Entrepreneurship Monitor 2022-2023, Global Report, publicado por Global Entrepreneurship Monitor y Babson College, “América Latina es la región con la más alta proporción de mujeres que se animan a emprender su propio negocio: De todos los países analizados, la mayoría de los que registran la mayor participación emprendedora femenina se sitúan en Latinoamérica”. Sin embargo, el estudio también indica que “representan solo un tercio de los emprendedores del mundo”, lo que significa que la mayor parte de los países no están aprovechando todo su potencial empresarial debido a la falta de participación de las mujeres en nuevas actividades comerciales.

Female Entrepreneurship in Latin America and the Caribbean: Characteristics, Drivers and Relationship to Economic Development”, publicado por Siri Terjesen y José Ernesto Amorós Espinosa, reporta que son los países de ingresos bajos y medios los que tienen las tasas más altas de emprendimiento basado en la necesidad –especialmente entre las mujeres– mientras que los países con mayores niveles de desarrollo tienen una mayor proporción de mujeres emprendedoras motivadas por oportunidades.

“Más de 6% de la población mundial vive en América Latina y la región tiene algunas de las tasas más altas de actividad empresarial y confianza en sí mismas acerca de las habilidades empresariales, así como tasas crecientes de actividad empresarial femenina. En paralelo, como región, América Latina tiene una de las tasas históricas más bajas de participación femenina en la actividad económica: Solo 35% en comparación con un promedio de más de 50% en los países desarrollados, África, Asia central y el sudeste asiático”, señala el documento.

En México, de acuerdo con el INEGI, solamente 19% de los microemprendimientos en México son de mujeres y, hablando solo de ellas, 49% tiene entre 18 y 34 años, mientras que 41% tiene entre 35 y 54 años. Las microemprendedoras se encuentran motivadas, indica el Instituto:

●     29% por tener un negocio propio e independencia.

●     20% por la necesidad de elevar su calidad y nivel de vida.

●     20% por gusto.

●     18% por continuar el negocio familiar.

●     13% porque perdieron su empleo y decidieron emprender.

Cómo apoyar a una fuerza emprendedora creciente

Ahora bien, los rasgos culturales de los patriarcados en Latinoamérica han impedido que las mujeres sientan fácilmente la independencia suficiente como para emprender y sostener una microempresa. Sin embargo, según establece el “Programa EY Women in Technology”, de Ernst & Young, “La igualdad de género es fundamental para nuestro futuro. Es inherente a la visión de resolver los problemas más complejos de la actualidad. Cuando las mujeres tienen igualdad económica, política y social, las economías crecen y los negocios se desempeñan mejor. Aumentan las inversiones en sostenibilidad, salud y educación”.

Las mujeres en Latinoamérica aceptan pagar más por un transporte que les haga sentir seguras; las mujeres no se inscriben en la universidad que les quede lejos (aunque sea mejor) porque no se sienten seguras si regresan tarde a casa desde ese territorio; las mujeres se atreven menos a emprender cuando ello involucra sostener relaciones con varones que pueden parecer abusivos o autoritarios… Y aún así, es la independencia económica la que proporciona a las mujeres los medios para mantenerse a sí mismas y a sus familias, reduciendo su vulnerabilidad a la inseguridad financiera, la pobreza y la dependencia de otros.

Aunque las mujeres enfrentan a menudo obstáculos y barreras únicos debido a las disparidades de género, debemos recalcar la importancia que tiene esta autonomía financiera para que se cierre la brecha de género en relación a la seguridad, el crecimiento económico, la educación digital y, finalmente, al derecho a una vida armoniosa y próspera. De hecho, cuando las mujeres tienen esa independencia patrimonial se implican más en actividades comerciales, sociales, políticas y educativas.

En Ovante consideramos que la autonomía financiera y la formación en habilidades digitales permite a las microempresarias:

●     Mejora de la gestión financiera: La autonomía financiera implica tener control sobre los recursos financieros de la empresa. Esto permite a las microempresarias tomar decisiones más informadas sobre inversiones, gastos y ahorros.

●     La formación en habilidades financieras puede ayudar a comprender y aplicar prácticas contables adecuadas, facilitando la gestión de presupuestos y la planificación financiera.

●     Acceso a servicios financieros: Una buena gestión financiera puede mejorar la credibilidad de la microempresa, facilitando el acceso a servicios financieros como préstamos y cuentas de crédito. Esto puede ser crucial para la expansión del negocio.

●     Eficiencia operativa: Las habilidades digitales permiten a las microempresarias utilizar herramientas y plataformas tecnológicas para mejorar la eficiencia operativa. Esto incluye la automatización de tareas administrativas, la gestión de inventarios y la optimización de procesos.

●     Marketing y ventas en línea: El impulso a la adopción digital permite a las microempresarias aprovechar las plataformas en línea para la promoción y venta de productos o servicios. Esto puede ampliar su alcance a nuevos mercados y aumentar las oportunidades de ventas.

●     Reducción de costos: La adopción de tecnologías digitales puede ayudar a reducir costos operativos al mejorar la eficiencia y reducir la dependencia de procesos manuales. Esto puede ser especialmente beneficioso para las microempresas con recursos limitados.

●     Adaptación a cambios del mercado: El uso de plataformas digitales permite a las microempresarias mantenerse actualizadas sobre las tendencias del mercado y adaptarse más fácilmente a los cambios. Pueden responder rápidamente a las demandas del cliente y ajustar sus estrategias comerciales en consecuencia.

●     Desarrollo de redes y colaboraciones: El mundo digital facilita la participación en comunidades en línea y redes profesionales, lo que puede llevar a oportunidades de colaboración y asociación que beneficien a la microempresa.

“El espíritu empresarial de las mujeres, particularmente cuando se centra en actividades de alto valor agregado, es fundamental para el progreso social y económico en los países en desarrollo”, abunda la investigación de Terjesen y Amorós. Y ello, por cierto debe ser de gran interés para instituciones educativas y sociales, públicas o privadas, que gestionan programas o iniciativas para fomentar y apoyar la sobrevivencia y crecimiento de estos  emprendimientos.

Por Liza Guzmán, Vicepresidente de Estrategia al Cliente de Ovante.

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