Y es que, hay que admitirlo: nosotros mismos, como clientes, no siempre decimos lo que pensamos a nuestros proveedores. Yo, por ejemplo, sería incapaz de decirle al electricista que, aunque insista en que mi medidor está completo, yo lo comparo con el del vecino, y sigo viendo que le falta una pieza. No sea que
¿Conoces a tu cliente? ¡Ay, ajá!
